INICIO Y CONTEMPORANEIDAD
La percepción de la realidad ha sufrido cambios radicales. ¿Qué es la realidad? ¿O es que la abstracción pura no explica realidades? Ser contemporáneo es tener consciencia del propio tiempo, en el cual me desarrollo. ¡Pero serlo en plenitud, es aportar tu ser y hacer, tus resultados!, a esta comunidad de seres. Todo inicio trae en su vientre, restos de final de etapa. Todo inicio quiere empezar de nuevo, pero no se inicia de la nada. Siempre hay o existe, un anterior.
Venimos, como colectivo, de una historia, evolucionamos haciendo historia y seremos un día, historia pasada.
Lo que hace falta, y es importante por ambas partes es saber ser contemporáneo. Y no es una cuestión fácil. Soportamos, generación, tras generación la contaminación psíquica que oculta los valores de intención auténtica y que trasladamos mecánicamente y estúpidamente. Es en este medio donde la rebelión se convierte en instrumento inteligente. Ser contemporáneo es ofrecer a la comunidad valores propios con los cuales ella resuene. Resonancia que pondrá de manifiesto el hecho que la contemporaneidad se está iniciando.
¿Satisfacer los mercados del arte, con transacciones que mueven las economías, es ser contemporáneo? ¿Seguir, las corrientes de la mayoría, lo es? ¿Adaptarse a las maneras y modas de los artistas que son aceptados por el sistema, lo es? Hoy, muchos artistas tienen la personalidad suficiente, para seguir su propio camino, alejados de presiones ajenas a su quehacer.
Su busca personal los hace más contemporáneos, puesto que sus descubrimientos, personalísimos, ofrecerán a la comunidad, valores extraídos, de “zonas de origen”, o auténticas, zonas de esencia. Conectar con las necesidades evolutivas del grupo es ser realmente contemporáneo. Y si estas necesidades coinciden con los hallazgos del artista y él puede ofrecerlas, pienso que se ha consumado un éxito de comunicación nexal. Casi podríamos hablar de conexión real entre artista y espectador. Nexo vital. Explosión comunicativa, generacional.
(*) Por otro lado conectar solo con los intereses de mercado, provocado por campañas de marketing, no necesariamente hace contemporáneo al artista en cuestión. Venderá, pero acontecerá más que contemporáneo un especial producto comercial impuesto al usuario, como por ejemplo la marca de un automóvil. Una consumición más pero no una impresión evolutiva añadida al caudal de herramientas para crecer.
(*) Hoy, disponemos de un ejemplo admirable en un artista catalán, el escultor Jaume Plensa. Sus esculturas monumentales, el protagonismo indiscutible del signo humano, de sutil transparencia y de emanación serena invadiendo, mejor ocupando, con respeto y autoridad, los espacios comunitarios, consiguen la trascendencia que la comunidad necesita, y ha sabido ser actor-respuesta de esta necesidad. Su quehacer, nacido de su búsqueda interior, o de su intuición, ha surgido, ha sido realizada y ha coincidido. Coincidencia que pone de manifiesto, la conciencia-epigenética del artista. Ha sido y es contemporánea en plenitud. Plensa, ofrece un ejemplo perfecto para exponer mi idea de la contemporaneidad. Transfiere, aquello que el grupo necesita.
Convencido que se está trabajando en silencio,- en busca de esencia- en toda la esfera de nuestro planeta, nacen y nacerán obras al servicio íntimo y profundo de las personas, Plensa, por lo tanto, es un hombre de su tiempo. Y es contemporáneo de su tiempo, porque se ha mantenido despierto, activamente atento a sus necesidades internas y además, como artista, ha elaborado una obra que lo conecta consigo mismo y con sus semblantes y próximos. Admiro a este artista, creo que se nota i es manifiesto, pero repito, tengo que agradecerle su, por encima de todo, contemporaneidad.