ELS NENS I L’ART

ELS NENS I L’ART

La inocencia de las niñas o niños, cualidad que los define, es lo que sitúa su Arte en un estadio que los adultos apenas podemos comprender. Es evidente el porque? Nuestra mente adulta nos incapacita para sentir la pulsión de ellos que emana, aún, energías prístinas.

Energías del origen, con nulas intervenciones de la mecánica emocional y mental de los mayores, que culturizados i/o mediatizados adolecemos de este simplismo esencial que nos conmueve.

Me entristece ver como educadores, supongo con intenciones positivas, entorpecen su manifestación espontanea con conceptos extremadamente de adultos. Darles los medios y casi desaparecer es nuestra misión de posibilitadores.

Lo que nos gusta de ellos es su naturalidad. Su falta de miedo que se manifiesta en acciones espontáneas. Ellos, definitivamente, todavía no tienen miedos y al ridículo, tampoco. Su ego existe aunque muy primerizo y elemental. Diríamos que en fases básicas. Es un ser con un ego tierno en tareas de “adulto”(nos referimos, cuando pinta etc..)

Instalados en la frescura de una mente recién inaugurada y por lo tanto ávida de conocimiento, utiliza la “curiosidad” para absorber sin complejos lo que ve y siente. La inocencia que descubrimos en ellos, y que admiramos, es esta mente todavía libre de condicionamientos culturales, que van a “teñir”, con los aprendizajes. Son capaces de observar el presente con una fuerza que nosotros ya hemos perdido.

La nostalgia nos invade. Una calidad mental limpia y fresca, liberada decíamos, de depósitos que con los años y practicas erradas acumulamos para hacer de ella, nuestra mente, originalmente dúctil, una mente enmohecida y rígida..sometida a patrones demasiadas veces controlados por inercias. Nada más lejos de lo creativo.

Al verlos nos recuerdan los orígenes y los mitificamos, deslumbrados por los encantos que la infancia ofrece, y sin embargo, ellos manifiestan egoísmo puro. Cuando lloran, piden y lo piden todo. Son la expresión perfecta, sin fingimientos y maneras propias del refinamiento social, para esconder deseos o ira. No tardaran en “aprender”.

Su falta de juicio, la naturalidad que ponen en acción, nos conmueve cuando usan y ponen en acción, herramientas de expresión plástica. Son artistas en bruto, artistas que pueden ser transmisores de esencias.

Sus trabajos plásticos, “no siendo nada”, tienen un valor especial para el observador que sabe descubrir esta esencia primigenia, o esencia que no es todavía maculada por el ruido de una mente en formación.

Más adelante, “la información social y la educación cultural” taparán o caotizaran esta fuerza y esta información original (del origen-oriri). La taparán como una manta semi transparente, cubre un objeto, velando la percepción. Despacio, su mente habrá iniciado su crecimiento “involutivo” pero necesario para la evolución, o sea se instalará, cada vez más, en las complejidades de lo que definimos como realidad.

El artista inicial irá abandonando los programas sociales y olvidará los propios de origen. El artista adulto, una vez aprendidos los sociales, deberá iniciar el regreso sobre él, para redescubrise.

Quizás este proceso se asemeje más a un tinte que da color a un tejido. La esencia está y el tinte es algo añadido, un color solo. El tejido sería la esencia y el color o tinte la cultura y programas diversos.

Así pues el trabajo de introspección de los adultos, sobre todo quienes queremos seguir en las tareas de arte, sea “re-encontrarnos” con el estado inicial-mental del niño, ya habiendo conocido y sufrido los condicionamientos sociales y culturales. Todo un trabajo de discriminación constante para quienes queremos expresar desde estados proclives, a lo que denominamos creación.

Nota.

El termino involución no lo uso como una acepción negativa. Es usado en términos de ciclos más amplios de lo que en general, llamamos evolución personal. Sin duda que el niño crece positivamente, aceptando los imputs o estímulos constantes de su medio.