DECORACIÓN
Huyo con toda la fuerza que me puedo permitir, de hacer una obra decorativa. Aburro este concepto, mezquino y bajo, porque conduce y colabora al hecho de que seguimos des educados, seguimos en percepciones poco conscientes y no nos desvelamos a vivencias estéticas superiores. Lo afirmo con esta contundencia porque es equivalente a la desmesura que la “decoración” invade nuestros ambientes. El arte, el ejercicio del arte, tendría que constituir un proceso de iniciación porque al artista y en amplios medios pedagógicos, se lo condujera a estadios progresivos de conciencia estética. Socialmente somos excesivamente permisivos con tendencias como esta. La de la decoración.
Los caminos de la decoración, incapaces de transmitir signos de vida, infiltran energías caducas, debilitantes, envilecidas, uniformadoras, surgidas demasiadas veces de estrategias “banal mente” comerciales. La finalidad o incapacidad de la decoración, llena con ruido estético, espacios que podrían ser llenos de obra auténtica. La ausencia de intervención seria siempre más provechosa que la llenada con ruido. Sí, hay de motivos simbólico-repetitivos que trasladan información inteligente. No me refería a estos.
Quizás sería mejor una decoración ausente, antes de querer llenar con “ruido” estético. Lo difícil es llegar a querer discernir con honestidad, una cuestión como esta.