MALESTAR E INICIO
Ante el lienzo, frente al papel ofreciendo su vacuidad, su blancura potente, como diciéndote, y ¿ahora qué? Me inquieto, pero solo es una débil desazón, un malestar que no llega a angustiarme con el deber de llenarlo. Una pregunta recurrente seria…¿porque llenar? Sé que, reduciendo el proceso mental que se desboca en preguntas, qué, porqués, y cómos, trayendo a la mente a un retardo progresivo, pareciendo al del propio papel, podré captar despacio, arrancar de mí mismo, el inicio de la obra.
Inicio que se desarrollara junto conmigo, en una mixtura difícil de definir para concretarla en el tiempo y hacerla visible. Es una dinámica que no es nada fácil de explicar. Es como explicar el gusto del arroz a alguien que no lo ha probado. Ponemos en acción tantas potencias, que la consciencia en aquellos momentos, tan especiales, “pierde” capacidades.
Cuando entras en un estado creativo, él mismo, procura una energía de rapto o secuestro de una parte de ti y te traslada a otro estado que hace posible, que el que, en unos momentos antes, era un muro infranqueable de oscuridad y parálisis a la vez, desaparezca y en él fluyan la decisión y la acción. Hay en acción algo que llega, se mueve, y necesita manifestarse. Emocionalmente, lo definiría como necesidad para expresar con materia. También una necesidad de juego, de investigación, de ganas de atravesar puentes que te conduzcan a nuevos territorios porque el estado actual no acabas de aceptarlo como acabado. Una necesidad de cambio.