VACÍO

VACÍO

El vacío, el espacio vacío en los formatos, soportes y ambientes diversos, me ha generado preguntas, siempre. Lo primero que me cuestiono es si el propio vacío no es tan real, como lo son las formas que vemos y tocamos. En el vacío, se “apoyan” y generan las formas. Y nacen y se mueven, en definitiva, hacen experiencia, las hacemos utilidad. Observar al vacío como ausencia de forma es una apreciación incorrecta pues el vacío tiene entidad en si mismo, haya o no forma.

Su presencia es tan potente, tan majestuosa, tan real su energía e misiva que ya constituye en si, la realidad. Es cuando la forma se mueve, cuando la forma ocupa, que el vacío toma todavía más protagonismo. Entonces, su ser adquiere más presencia, acontece, tiene más razón de ser.

Una dinámica vital insustituible. Donde se entrevén propuestas de verdadera fusión entre ellos. Es el contenedor-generador de la forma, quién la cuida y limita, para hacerla posible y real en la existir vacío. En el arte, las áreas de vacío, los volúmenes circundantes de vacío, las concavidades vacías, las vecindades del convexo, los escenarios vacíos, los silencios del sonido, dimensionados, tratados, modelados, armónicamente, creo que son una de las principales raíces del gran árbol de la belleza. Solo en zonas de vacío, podemos expresar. Él es la feminidad dónde, la forma, o sea, el masculino penetra y la feminidad busca ser llenada. Es un juego de seducción electromagnética.

(*) Cuando acontece, que el vacío lo sientes como propio, al artista se le presenta doble área de trabajo. Tendrá que laborar en dos frentes; el propio y al exterior. En la escultura, la tridimensionalidad, el volumen no materia, o sea el espacio vacío se manifiesta con una fuerza y presencia indiscutible. Ella, la vacuidad, dinamiza, mueve, consigue un protagonismo activo en la escultura, pero de manera invisible, discreta, presente y creadora. Sobre apoyos planos o murales, lienzos, papeles, fachadas, escenarios, etc, el blanco, el espacio vacío, es la grande temida.

Seguimos hablando de vacuidad. Su misterio genera una fuerza poco descriptible.

Genera respeto más que temor, genera autoridad más que miedo, genera la auténtica autoridad, diría. Etimológica mente, autoridad, tiene un significado clave. (Augere) El latín nos enseña que la autoridad la posee aquel que sabe hacer crecer aquello que tiene en su entorno, tiene los dones y capacidades para cultivar aquello que puede crecer, que habita, en su proximidad. Hacer crecer es sinónimo de creación. En la composición, el vacío, el espacio respetado, dejado en si mismo, aparentemente sin función, ocupa y genera una energía que vivifica la forma expresada..

Es lo mismo que en los trabajos de horticultura, cuando planto lechugas o coles. Dejo el espacio correspondiente a cada especie porque preveo su desarrollo(marco de plantación, decimos en argot agrícola), porque ellas, las plantas, requieren de espacio para manifestarse. Las formas, las líneas, las manchas de color, lo cual nombramos como dibujo, los puntos más o menos engordados y alineados y combinados, toda esta manifestación, necesita, requiere de espacio, y de un espacio particular para cada uno de él y su dinámica de interrelación.

En la obra gráfica que estoy llevando a cabo, el espacio vacío tiene una presencia pretendida. No es casual, es buscada y causal. Aceptar el vacío es aceptar la forma que por ley, quiere nacer, crearse, manifestarse, ser en el vacío, una presencia a veces visual, táctil en otras y sonora en el caso de la música. El gesto, en la danza, dibuja vacuidad dinámica…

Una ambivalencia. Ambivalencia de la vida misma. Ambivalencia en balanceo..

(vale=saludo=salud=equilibrio=perfección=vacío=forma). Secuencia de significados internos en cadena, de una sola palabra. Desconozco si la lingüística puede admitir este algoritmo. A mí me sirve.

En poesía, en el esfuerzo de manifestación, ya he comentado que estamos en un lenguaje dimensional mente fronterizo. ¿Estamos ante el gran vacío en la poesía? La reticencia, los silencios breves, no son el vacío en la poesía. No. El vacío en ella, lo entreveo como una presencia de “sonido” vibrante, silencioso, transparente en términos de visibilidad, extremadamente potente, producido, creado por la propia dinámica de la energía de las palabras, usadas por el poeta y quizás también emergido por el propio poeta, no solamente de su cerebro o mente concreta, sino de la esfera superior a él mismo.